viernes, 31 de enero de 2014

Accidentes de trabajo y Comunidades Autónomas: evolución comparativa

Transcurridos dieciocho años desde la promulgación en 1995 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, es evidente que desde entonces los accidentes de trabajo han disminuido de manera muy importante. Uno de los parámetros de medida más habituales, el índice de incidencia de accidentes con baja en jornada de trabajo (accidentes al año por cada cien mil trabajadores), ha pasado de 6.059 a 2.848 para el conjunto del Estado, un descenso del 53% que pone de manifiesto una mejora sustancial en los resultados de la acción preventiva.

Frente a este positivo dato global cabe preguntarse si el descenso ha sido homogéneo territorialmente o bien se ha concentrado más en unas Comunidades Autónomas que en otras. La figura 1 nos muestra cómo ha variado, entre 1995 y 2012, el índice de incidencia de las distintas Comunidades Autónomas. La simple observación de la figura 1 sugiere que las diferencias entre comunidades se han reducido en gran medida; si en 1995 la comunidad con mayor siniestralidad superaba en más de 2,5 veces a la que la tenía menor, actualmente ese factor se ha reducido a 1,5 veces. En otras palabras, se ha producido una homogeneización importante, que puede cuantificarse a través del cociente entre la desviación estándar y la media de los índices de incidencia de las distintas comunidades, que ha pasado de 0,23 en 1995 a 0,13 en 2012.

Figura 1
Por otra parte, la homogeneización requiere que las comunidades que en 1995 tenían mayor siniestralidad hayan mejorado más que las que tenían menos. Efectivamente, los datos prueban que ello ha sido así. En la figura 2, en la que cada punto representa una comunidad autónoma, se presenta la relación entre el descenso experimentado en el índice de incidencia en el periodo 1995-2012 y el valor de dicho índice en 1995.

Figura 2
Los resultados muestran que existe una asociación importante entre ambas variables (r2= 0,6731), es decir, que las comunidades con mayor siniestralidad en 1995 han logrado mayores descensos que los que la tenían menor. Si ello es debido a una mejor acción preventiva o a otras circunstancias (por ejemplo, la disminución de la población ocupada en ciertas actividades particularmente peligrosas, como la minería o la construcción, o un descenso mayor en la actividad económica a causa de la crisis) es algo que requeriría un análisis más afinado. 

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