jueves, 21 de abril de 2011

Rafael Cid: Cortina de humo

Costó lo suyo que los medios de comunicación contaran sin preámbulos los procesos revolucionarios que se estaban produciendo en Túnez y Egipto. El pueblo en la calle diciendo basta y hasta aquí hemos llegado. Nos birlaron la represión que sus jerarcas, todos ellos colegas del PSOE en la Internacional Socialdemócrata, pusieron en práctica para intentar liquidarla.

Los casi 200 asesinados de Ben Alí y los más de 600 de Mubarak no comparecieron en las informaciones. Pero fue en vano. La suerte estaba echada y aquellos regímenes odiados por sus pueblos y condecorados por las cancillerías occidentales se derrumbaron sin remisión. La tradición de las masacres de punto final desde el poder, Tlatelolco en 1968 y Tiananmen en 1989, se quebró ante la osadía sin límites de los insurgentes de la plaza de Tahrir.

Pero la conspiración continúa. Hoy no hay apenas noticias sobre la trayectoria de ese proceso revolucionario. Todo es Libia y sus cuitas. Es como si después del hundimiento hubiera vuelto la rancia normalidad de ayer. Pero no es así, sólo que los medios no lo cuentan, y como lo que no aparece en la prensa o en la televisión no existe, la gente tiene una falsa percepción de la realidad. Sería un mal ejemplo, deben pensar nuestros mandamases, que se dieran cuenta aquí de algunas verdades que allí, en pueblos teóricamente menos prósperos y cultos, se están produciendo y que ponen en evidencia la mala calidad de nuestra democracia. Y que de paso reflexionaran sobre lo infausto de la transición, esa macabra pirueta que consistió en que las víctimas pidieran perdón a los verdugos. Por cierto, la fórmula que precisamente ahora sus beneficiarios niegan para enterrar el conflicto vasco.

¿Y qué cosas tan raras están ocurriendo en Túnez y Egipto? Pues, en primer lugar, que se ha detenido y se va a procesar a sus anteriores jefes de Estado y a su entorno familiar por corrupción y crímenes cometidos contra el pueblo / Que en Túnez se aprobará una ley cremallera, de total igualdad entre hombres y mujeres, y que los demonizados islamistas la han aceptado sin reproches / Y que en ambos países han sido purgados, con exigencia de responsabilidades penales y económicas, a los cargos de la dictadura. Su lucha continúa.

Rafael Cid

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